Lo poco importante

Lunes 16 de marzo

La mañana me recibió mal, una ligera incomodidad en la parte de atrás de la nariz, si pueden entender eso, me mantuvo pensando en las posibilidades de enfermarme y los problemas que eso representaría. Ignoré todo, lleno de esperanza en un futuro sin gripe.

Estaba preparado para salir temprano, pero al parecer nunca logro hacerlo. En serio, en un momento son las 7:30 am, hago un click en la pc y de pronto son las 11:40 am y me llaman de la oficina como locos. Sé que este día tenía planeado cambiar el aceite del carro y de paso pegarle una necesaria lavada. Me sale muy caro pero de vez en cuando lo hago porque no siempre me queda tiempo para hacerlo yo mismo, ni energía.

Como iba a lavarlo acumulé toda la basura en el piso del asiento del pasajero. Diversas fundas, envolturas y facturas servían de evidencia de mis escapadas a diferentes tiendas de gasolinera de la ciudad, pero pronto desaparecerían.

Al llegar al trabajo, noté que me sentía peor que antes. Había un claro dolor de cabeza y la nariz dejaba de doler y empezaba a congestionarse. Era inevitable pero también combatible. Fui a la farmacia y compré varias pastillas para la gripe. Por suerte siempre he sido sensible a las drogas, la cafeína realmente me despierta y me pone activo y en este caso el acetaminofén y la pseudoefedrina me pusieron funcional cuando más lo necesitaba.

Era día de confrontaciones. Varios empleados se habían pasado de la raya en varias situaciones y era mi deber sancionarlos. Al principio no pensé que lo lograría, pero de pronto algo dentro de mí me empujó a ser más agresivo, algo llamado pseudoefedrina+cafeína. Primero hablé respecto al contenido de un programa con su conductor, luego hablé con un camarógrafo respecto a sus horas de trabajo. Este me dio pelea y trató de convencerme con sentimentalismos pero yo contraataqué con una ronda de halagos con enganche del tipo "tú sabes que eres el mejor en esto pero..." que lo hizo bajar la guardia y perder la contienda.

Finalmente hablé con el administrador, respecto a restricciones económicas innecesarias. No hace falta decir más que logré obtener todo lo que quería. Nada para mí por cierto, eran necesidades del departamento que parecían incomprensibles para él. Salí victorioso de este día en la oficina. Estaba tan emocionado que hasta llamé a reunión de departamento, pero no todos estaban libres y uno de los chicos no llegaba porque, luego descubrí, había sido drogado y robado el día anterior.

Averigüé acerca de su estado y luego me fui a casa. Cuando llegué, recordando mi experiencia previa con enfermedades, anuncié mi estado en voz baja y sin esperar trato especial. Como no esperaba nada no tuve problemas esta vez lo cual resulto ser algo bueno. Daniel estaba extra juguetón y aunque yo estaba prácticamente enfermo, tuve muchas ganas de jugar con él. Hicimos malabares en la cama, corrimos por toda la casa, peleamos como Spider-man y Hulk con roles intercambiables según su humor y terminamos con un necesario baño conjunto que incluyó ciertos privilegiados muñecos de superhéroes.

Se nos hicieron las 8 y decidimos salir a cumplir tareas varias. Primero llevé unos papeles a firmar lo cual no llevó mucho tiempo. Luego fuimos a Riocentro, a la juguetería primero, únicamente porque Daniel nos llevó a la fuerza y de la mano hasta allá. Estando ahí pasamos un buen rato viéndolo jugar y al final nos decidimos por comprarle unos cuantos juguetes. Unas pelotas, un casco y un juego de espada, escudo y brazaletes. Este último por insistencia mía únicamente porque quería tomarle una foto.

Daniela aprovechó a comprar arroz, que había olvidado de comprar el día anterior. Fuimos al patio de comidas después, originalmente por un inocente café, pero terminamos con un combo del kfc en el que todos metimos la mano.

Nos fuimos para casa, cansados de pasear y muertos de sueño, los tres. Pero faltaba algo.

Me puse a escribir sin mucho problema el texto de ayer, hasta que decidí subir los videos. Para ese momento ya me había tomado la segunda dosis del antigripal, pero en su versión nocturna, la que da sueño. No quería irme a dormir hasta dejar todo publicado, pero no podía publicar hasta que los videos queden procesados. Procesar toma tiempo. Tiempo.

Tiempo.

¡Al fin! Apagué todo y me fui medio chueco a acostar. Daniel estaba de infiltrado en nuestra cama esa noche y en cuanto toqué almohada se decidió, en sus sueños, a no dejarme dormir. Pequeños brazos y piernas llegaban y yo los esquivaba con destreza pero con fastidio. No pude soportarlo, media hora después de no poder dormir, me fui a la cama de él. Hizo frio y no tenía sábana pero no importó, no importó para nada.

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