Soy un oso, debo ser una palmera

Soy un oso en terno, esa es la verdad. Un intento de normalización llevado al ridículo. Un espectáculo que quiere pasar desapercibido, un experimento fallido. Un fuego artificial tímido. Soy un oso en terno, un completo animal. Un úrsido que quiere disfrazar su naturaleza, que usa lentes para con franqueza, representar su intelecto enterrado en un cerebro apuntillado de dolor. 

 La vida es rara, debe ser la frase más común para empezar textos en español en todo el mundo después de "había una vez". Pero es verdad, la vida ES rara. Uno cree que la comprende y de pronto cambia. Aprender haciendo como dicen en la casa muy grande, pero nunca terminas de aprender. Porque no se puede aprender lo que no quiere ser aprendido. A lo largo de mis años he creído entender de que va la vida. A mis 20s, luego de intensos debates filosóficos conmigo mismo, sin background alguno más que el del curriculum obligatorio del colegio, llegué a la conclusión que el objetivo de la vida humana era la tolerancia. Aprender a querernos y llevarnos en comunidad y crecer juntos. Inocente yo, incapaz de ver que eso solo funciona si todos lo hacemos al mismo tiempo, como una de esas fotos donde todos salen saltando en el aire. Si uno se queda abajo, se arruina todo. 

 Me he aburrido a mi mismo. 

 Hay un filtro de snapchat donde tu cara se transforma en anime. De pronto eres otro, o sea sigues siendo tú, pero mejor. Yo no tanto, yo me parezco al papá de Shinji Ikari, personaje de Evangelion que fue abandonado por su padre y luego, años después, presionado por el mismo padre a pilotear un robot gigante para salvar a la humanidad. Se que suena cool pero no lo fue para él, no quería pero no le quedó de otra. Siempre me identifiqué con él, pero ahora soy Gendo Ikari, soy el padre. Dice mi psicóloga que me he transformado en mi padre. He aprendido de él muchas cosas buenas, pero también se me pegaron las malas. Soy inflexible y exigente, soy duro con los demás y conmigo mismo. Soy un roble en una tormenta, dijo ella, debo ser la palmera. ¿Conocen esa historia? 

 No quiero ser la palmera, soy el roble y ninguna tormenta me va a tumbar. Soy el roble y está bien ser el roble. Soy fuerte y si necesitas sombra y respaldo puedes depender de mi. Soy inflexible por una razón, porque así fui hecho para quienes necesiten estabilidad. Si viene una tormenta me paro fuerte y aguanto y si es momento de soltar el suelo y caer, aceptaré mi destino. Soy un oso escalando un roble que encuentra un terno que se voló en una tormenta que el roble pudo soportar. Soy un oso con un plan. Soy yo.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Por favor muérete le harías un bien a todos

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