Volados y menospreciados

Lunes 27 de abril

El lunes después de las elecciones siempre es un día importante para los medios de comunicación, pero no para el mío. El día domingo anterior el equipo de noticias presentó ciertas dificultades en cuestión de recursos, los cuales al final pudieron superar pero las incomodidades causadas por estas dificultades crearon un ambiente de tensión entre los trabajadores. Ellos se sentían menospreciados y en represalia decidieron no presentarse a trabajar este día. Esto era un problema para mí.

Por lo general cuando se dan esta clase de eventos, suelo encargarme de los arreglos necesarios como alimentación, transporte y cualquier otro elemento necesario. Analizando la situación, llegué a la conclusión que no es mi responsabilidad manejar estos preparativos sino la del jefe del grupo de trabajo. Sin embargo, originalmente yo sería el responsable de la operación, hasta que el plan fue cambiado a una transmisión mucho más sencilla, a realizarse en el estudio y con el staff de trabajo diario. El programa sería sencillo y de pronto hasta más corto del que se hace de lunes a viernes sin mi supervisión. Al cambiarse el plan a algo usual, noté que mi presencia ya no sería requerida y, ahí estuvo el error, pensé que sería obvio que ya no estaría. Luego me disculpé por esto aunque en el fondo sigo pensando que era un poco obvio.

Al final, el equipo se vio mucho más presionado por la teleaudiencia que por medio de llamadas y mensajes, exigía la permanencia del programa en la pantalla. El equipo de noticias se vio en la obligación de satisfacer a su público y extendió las horas de transmisión desde las 7:00 am hasta casi las 10:00 pm. En este exagerado lapso de tiempo se decidió hacer reportajes fuera de estudio y hasta microondas por lo que ya las cosas se complicaban. Considerando que todo esto se improvisó y se decidió en el momento, era lógico que no se pudiera contar con los recursos para hacer bien este trabajo. Creo yo que al tomar la decisión de hacer algo no planificado uno debe correr con las consecuencias de sus actos y esperarse las dificultades que se vengan. El problema se agravó cuando en la noche recibí una llamada del líder del equipo, el cual exigía estos recursos de manera grosera y reclamaba porque ni el administrador ni yo asumimos que los necesitaría. Se eximia de culpas al no haberlos pedido previamente y más aún por haber improvisado y salirse del plan establecido. Solo por eso ya podría sancionarlo pero soy flexible y comprendo que cuando algo debe cambiarse porque la gente lo pide, pues se hace y después se explica.

El día lunes cuando llegué a trabajar, esperaba al equipo temprano para dar nuevos resultados de las elecciones pero nadie se presentó. Mis llamadas y mensajes fueron inútiles y lo único que lograba era acrecentar mi rabia por lo que yo consideré una falta de respeto hacia mi autoridad. Me ha tomado tiempo aprender a manejar personal, a llevar un equilibrio entre jefe y amigo y ganarse el respeto de gente que siendo mayor que tu por varios años te diga “Don Andrés” cuando antes te decía “ese man”. Me sentí traicionado.

El día estuvo lleno de polémica y comentarios en el resto de la empresa y los jefes departamentales nos reunimos a planificar sanciones. Aquel día volví a casa triste y decepcionado, seguro de que había fallado como líder, pero dispuesto a cambiar las cosas.

En casa las cosas no fueron mejor, tuve un primer ataque de estress como hace meses no tenía. Esto significa para mi, nerviosismo constante, dolor de cabeza, debilidad y problemas de digestión. Lamentablemente soy de aquellos psicosomáticos que si tiene muchos problemas empieza a sentirse mal. Los nervios toman control de mí y más de una vez he terminado vomitando en un baño justo antes de salir a escena en un teatro o de una presentación importante.

Para olvidar las cosas un poco fui a comprar una película y me conformé con Super High Me, donde Doug Benson un comediante y reconocido fumador de marihuana que decide pasar 30 días sin fumarla y luego 30 días fumándola todos los días. En ambos periodos hace pruebas de todo tipo y compara los resultados. En asuntos mentales tuvo mejores resultado mientras fumaba, pero en mi opinión esto no se puede generalizar. Como semi-publicista y en mi experiencia de practicante en varias agencias publicitarias del Ecuador debo confesar que he visto los efectos de la marihuana en la mente de muchos jóvenes talentosos, no solo a corto plazo como cuando algún jefe mío no se acordaba de haber hablado conmigo solo 10 minutos antes de haber salido a dar una sospechosa vuelta al parqueadero en su carro, sino a largo plazo como cuando trataba de entender las palabras de algún redactor junior cuyo tren de ideas se descarrilaba constantemente esté o no volado.

En fin, la posición que para mi tiene peso no es la de recreativa, porque aunque yo no me creo ese cuento ridículo de que la marihuana es una droga horrible que la hizo el demonio para que te mueras 2 veces, si creo que puede llegar a ser adictiva y que trae problemas de atención, memoria y aún mas importante, voluntad. Lo que no se puede negar es que tiene efectos sanadores en muchísimas enfermedades, es un gran analgésico e inclusive estudios recientes han demostrado que es anti-tumores, es por eso que aún ves a esos hippies con el pelo largo y cano, su cintillo en la cabeza y su mensaje de paz y amor, a sus 60 y pico de años fumando por ahí, pero esos vaqueros fumadores de los 50 ya están bajo tierra hace rato.

En fin, la película me dejó crítico respecto a como se ve en el mundo a esta planta que es como cualquier otra. En EEUU la lucha es intensa para legalizarla y ninguna de las personas en esa película parecía ser ladrón de callejón, roba celular o pandillero, como te lo quieren vender acá en Ecuador. Me dio algo de risa pensar en eso, en como en latinoamérica satanizamos a una planta que tiene sus cosas buenas y malas pero al final no es mas que eso, una planta.

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