Lluvia de problemas

Jueves 30 de marzo

Un día lleno de malentendidos aunque no empezó así. Llevamos juntos a Daniel al maternal y luego aprovecho para recoger unos papeles por el área. Luego volvemos a casa y Daniela sale apurada a hacer unos trámites relacionados con su trabajo. Yo me alisto y cuando estoy por salir ella me llama a contarme que olvidó un papel muy importante en casa y que además de todo, su carro se había muerto. Para lo segundo su padre la ayudaría pero en lo primero solo yo podía ayudar. Me llevé su papel y salí directo al banco porque debía hacer unas cosas por allá antes de ir donde Daniela, al llegar allá me doy cuenta de dos cosas importantes, la primera es que Daniela cargaba mi cédula, la cual me había pedido un par de días antes y la segunda es que no cargaba mi cel, lo dejé sobre la cama la última vez que hablé con ella. Molesto regresé a casa a toda velocidad a buscar el teléfono para poder llamar a Daniela y explicarle la situación. Quedó en encontrarse conmigo en un lugar en la mitad del camino, gracias a su papá que la llevó hasta allá. Esperé poco y cuando llegó además de besos intercambiamos los papeles y salí apurado hacia el banco. Al salir de ahí fui a la gasolinera y aproveché para comprarme unos bocaditos para el camino. Al estar en un lugar público como ese la paranoia porcina volvió y saqué mi spray de alcohol para gastarme al menos la mitad dentro del carro.

Ya en el trabajo con el staff de vuelta y trabajando mejor que nunca al fin tuve algo de tiempo para calmarme y revisar las cosas pendientes. Me tomé unos minutos de relax al navegar por internet un rato pero pronto me llené de trabajo. El viernes sería feriado y había que preparar la programación. Armamos un plan de ataque muy sencillo que consistía en grabar ciertos programas que normalmente son en vivo y dejarlos programados en ciertos aparatos automáticos.

Ese día también se celebraba la partida de dos personas de la empresa. Un agasajo se había preparado el cual consistía en comida y bebidas varias. Me insistieron que me quede un rato extra para esto y así fue aunque la comida se demoró en llegar y ya era de noche para cuando estuve saliendo. De todas formas disfrute de una interesante lasaña que estuvo a punto de valer la pena de la espera.

Daniela iba a salir con sus amigas esa noche y yo había acordado con ella en quedar de niñero. Llegué a casa 10 minutos antes de las 8 y ella saldría a las 8 en punto por lo que casi no hablamos y no tuve mucho tiempo para prepárame. Daniel está inquieto y lleno de energía pero yo no contaba con el cansancio que cargaba encima. Le había prometido una salida y el estaba muy entusiasmado, yo trataba de disuadirlo porque me moría de sueño. Al final no pude y tuve que ceder, llamé a Azael para confirmar la visita que tenía planeada hacerles y que ya habíamos quedado previamente pero se cancelaron los planes a última hora. Daniel estaba muy ilusionado con visitarlos porque ya había tenido la oportunidad de jugar con ellos antes y tuve que convencerlo de que visitar a su primo sería una mejor idea. Armé una maleta con lo indispensable y salimos para donde mis padres.

Pero no contábamos con la salvaje lluvia que apareció a mitad de camino y que me hizo arrepentirme de haber salido. Al llegar allá descubrimos que mi sobrino ya estaba dormido y no había mucha actividad en la casa. Aproveché para comer algo y luego de estar ahí un buen rato, decidimos irnos. En eso me llama Azael a decirme si aún podía ir, noticia que nos caía perfecta porque la lluvia ya había cedido y era más fácil manejar hasta allá. Salimos.

Pero una vez más la lluvia salvaje, que al parecer solo se estaba moviendo por la ciudad, cubrió nuestro camino y con algo de miedo pasé sobre calles inundadas. Llegamos y nos recibieron con paraguas pero una vez más llevaba mis zapatos anti-agua y pisé tales charcos que mis pies y mis medias quedaron empapados. Me tomé la libertad de quedarme descalzo en la sala y eso fue lo último que hice porque de ahí en adelante Azael y Wendy se encargaron de Daniel. Juegos de toda clase, desde hacer barquitos de papel hasta andar en bicicleta pasando por jugar wii, jugar a las estatuas y armar tiendas de campaña en la sala fueron las actividades de la noche. Fue agradable despreocuparme por un rato y como estaba cansado me caía perfecto.

Era casi la media noche y Daniel seguía brincando. Yo lo permití porque lo vi muy feliz aunque sabía que estaba totalmente pasado de su hora de dormir. Su madre me llamó y con cariño me exigió que lo lleve a casa, lo cual después de las despedidas reglamentarias hice. En el camino pensé que se dormiría rápido, pero el sueño taró en llegarle y cayó casi llegando a casa.

Allá Daniela medio me contó de la cantidad excesiva de carne y vino que consumió y lentamente nos quedamos dormidos, pensando en el feriado que se venía.

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