En silencio

Sábado 28 de febrero

Me levanté temprano y listo mentalmente para viajar. Digo mentalmente porque no tenía absolutamente nada más listo. Empecé a trabajar en la pequeñísima maleta que solo incluía las prendas para el día y algo de literatura ligera por posibles contratiempos. Bajar mp3 para el camino y dejar medianamente ordenado el cuarto fueron las otras tareas que me llevaron al rededor de una hora. El resto del tiempo tuve una pelea con mi tarjeta de crédito que no me permitía comprar el cd de Jesse Joyce, un comediante estadounidense al que he estado escuchando bastante y quería apoyar económicamente y también escuchar en el camino a Salinas.

Frustrado, me fui con mi música de siempre, decidido a probar de nuevo el día lunes. Salí como a las 11:01 am y llegué como a las 12:43 en un viaje muy tranquilo y con una muy clara sensación de ser corto. Al llegar me acosté y casi me duermo pero en eso llegó Daniela y sin preguntar se encargó que un gran plato de arroz con pescado apareciera en la mesa, y tenía mi nombre, literalmente.

Al meno yo, veía el pescado en forma de letras con mi nombre, pero no por mucho. Segundos después el plato vacío se movía de forma circular sobre la mesa y yo me retiraba satisfecho y listo para algo de playa. Cambio de ropa y al mar. Buen sol pero el agua estaba algo fría y los niños en tabla algo fastidiosos para mi gusto. Igual pasamos una buena tarde junto a mis padres conversando y tratando de estafar a los vendedores de muñecos inflables, pero esto último sin éxito.

Habíamos decidido previamente que regresaríamos a Guayaquil el mismo día para realizar una reunión en casa con nuestros amigos. La ya popular Game Night es una tradición entre nuestro circulo social que consiste en parejas dispuestas a ganar en varias rondas de diferentes juegos de mesa entre los que se encuentran juego de palabras, al menos 3 distintos, juegos de conocimiento y trivia y por su puesto serias pruebas físicas que incluyen dibujos y mímicas.

Viajamos como las 6:24 pm y a las 8:08 pm estuvimos en casa. El niño se quedó con los padres de Daniela y volvería de Salinas con ellos al día siguiente. A eso de las 9:17 pm llegaron los primeros invitados y de ahí la noche se puso interesante. Vino y cervezas pintaron la noche y nos quedamos, facilito, hasta las 4:00 am. Recuerdo que perdí en todo lo que jugué esa noche, pero me divertí bastante, en especial en un juego que luego pienso compartir aquí, pero ahora no me da el tiempo.

Esa noche antes de dormir, tuve una discusión con Daniela. El par de días que habíamos pasado separados ella me dejó muy claro lo mucho que me extrañaba, inclusive el día viernes me insistió para que esté listo temprano y no tarde mucho en viajar. Pero esa noche me sentí un poco ignorado, ya que ella practicamente no me habló o se acercó a mi, muy concentrada en los juegos. Y claro, ella tiene derecho a hacer eso, pero su falta de percepción me molesta, fue muy incomodo para mi ver a las demás parejas demostrándose cariño, algunas más otras menos, pero la mayoría mantenía un contacto mínimo. Inclusive al momento de hacer parejas para los juegos ella fue la precursora de que sean mezcladas por orden alfabético y luego de jugar esa ronda y yo sugerirle que hagamos equipo, una vez más insistió en jugar mezclado pero esta vez con apellidos. Traté de acercarme a ella un par de veces, pero se cambiaba de puesto constantemente. Al final de la noche la confronté al respecto y aunque ella se lo atribuyó a simple distracción y emoción por los juegos, yo insistí en que el lenguaje corporal dice cosas. Nos fuimos a dormir molestos y en silencio.

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