Pequeño soldado

El martes no fue un gran día, sobretodo el inicio, eso fue lo peor. Daniel se levantó a vomitar una vez más. Ahora que estoy acá del otro lado del día, puedo decir con certeza que sí estaba mejor y que esto no fue realmente una recaída completa, de pronto fue empacho o de pronto no debimos darle sopa el día anterior, aún no estaba listo. El asunto es que en ese momento Daniela y yo nos re-preocupamos y empezamos a buscar formas de solucionar el asunto, pensando ya que sería algo más grave, tal vez una infección y no una simple irritación como pensamos al inicio. Lo primero que hicimos fue cambiar las sabanas de la cama de mis padres y luego arreglamos la casa, lavamos los platos y todo lo que quedo fuera de orden de la parrillada del día anterior. Se supone que nos tomaríamos la mañana para hacer esto mientras disfrutábamos del sol y la piscina, todo en un vídeo de dos minutos, sonrientes y con música alegre de fondo.

En cambio arreglar toda la casa fue largo como la realidad, con todo y agachadas debajo de la cama, extra restregadas de plato y por supuesto el vaso que no queda suficientemente limpio y hay que re-lavar, al menos a mi me pasa. Todo esto a las 8:00 am, con frió y al apuro por volver a casa y sentirnos a salvo. Supongo que a todos nos pasa, cuando estamos enfermos o incómodos de alguna forma, nos sentimos más seguros en casa, en nuestra propia cama.

Después de revisar todo 3 veces, salimos para la casa y nos instalamos con todo nuestro equipaje de preocupaciones, empezamos a deliberar y posteriormente a sentirnos frustrados e incapaces para luego apoyarnos el uno al otro y salir del problema. Por lo general funciona así, los dos nos preocupamos, pero uno siempre es más pesimista que el otro, esto es verdaderamente al azar. El no tan pesimista le parece casi ridículo el argumento del otro, da sus razones y le sube los ánimos a su compañero/a* casi sin darse cuenta, y luego se dice a si mismo "es que alguien tiene que permanecer fuerte" como si lo hubiera hecho a propósito.

Pasamos otro día en casa y mientras avanzaba las cosas se ponían mejor. Habíamos llamado a una doctora extra que tenemos por ahí. Llámenos sobre protectores pero tenemos 3 pediatras distintos según la ocasión, contando como uno de estos al seguro medico. La característica importante de esta doctora es que atiende a domicilio y nos había dicho que vería al niño a las 4 pero para esa hora ya Daniel estaba perfecto y comiendo normal, aunque de todas formas no le dimos muchos sólidos. La doctora no pudo venir y no nos importó.

Ya por la noche nos fuimos a la juguetería a premiar al enfermo por su actitud positiva al tomarse los remedios y su valor al no quejarse, le dimos la medalla de honor... y unos cuantos juguetes.

Es increíble ir a escoger juguetes con nuestro hijo de dos años, porque es muy capaz de decirnos que quiere y es muy decidido en las cosas que le gustan. Nos mangoneaba como sus empleados, señalando de aquí para allá a diferentes muñecos que quería examinar para luego devolverlos si no le gustaba o separarlo para luego decidirse. Y luego se decide por uno sin problemas.

Igual le compramos los dos.

*Lo siento, no usaré arrobas (@) no es una o y una a a la vez, es una arroba eso es lo que es. No respaldo la pereza ortográfica.

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