Debería hacer muchas cosas

Jueves 26 de febrero

Me desperté un poco antes de las 6:00 am con la lluvia cayendo con fuerza en la ciudad. Me asomé y vi mientras amanecía, una tempestad que parecía sacada de mis recientes sueños. Traté de volver a dormir y cuando ya estaba cerca, me despertó un muy cercano relámpago que sonó como que hubieran partido al mundo en dos. Una vez cuando vivía con mis padres cayó uno de estos al frente mi casa, recuerdo que fue en la madrugada, los vidrios se empañaron de golpe y una onda de calor y extrañez recorrió mi cuarto. Esta vez no fue así, pero pudo haber sido.

Al ver que no podría salir a caminar, apagué la alarma y volví a dormir, pero eso me costó más tiempo de lo que esperaba. Me desperté a las 8:30, algo alarmado, que irónico, corriendo hacia la ducha. ¿Mencioné que el calentador de agua se dañó? Ahora me toma media hora extra el bañarme por motivos de aclimatación al agua fría, maldita agua fría.

Salí bien abrigado al trabajo, despidiéndome de Daniela, que se iba para salinas esa mañana con la esperanza de que la alcance el viernes pero con la posibilidad de que sea el sábado dependiendo de mi energía al salir del trabajo. Ya veremos.

La ciudad estaba inundada, vi trabajadores con palas destapando alcantarillados y sacando la tierra que muchos cerros habían permitido bajar, en un ataque de debilidad por la lluvia, la muy manipuladora. Me atrasé un poco por el tráfico, pero me reí de los carros pequeños que se quedaban botados en las partes inundadas y así el viaje fue más entretenido. Al llegar a la oficina dejé las llaves metidas dentro del carro. Karma.

No es la primera vez que las dejo dentro, al punto que puedo, con un armador para colgar ropa y 5 minutos, abrir casi cualquier carro. Solía llevar un alambre hecho pelota enganchado a un lugar externo pero inconspicuo del carro, para facilitar solución a este problema repetitivo. Luego evolucioné y separaba el cerrojo de plástico de la ventana de atrás y luego lo pegaba de vuelta con esa súper goma pega todo. Realmente la seguridad de un carro es aparente, no tiene que estar cerrado, solo parecerlo.

Luego cambié las cerraduras viejas de las ventanas por unas nuevas que ya no quiero romper, por lo que ahora dejo la puerta de la cajuela sin seguro. Se que suena inseguro, pero en serio, nadie intenta abrirlo, en un país como el nuestro, la gente asume que todo está con seguro, ¿por qué no lo estaría? Además en ese carro no tengo nada robable, a menos que a alguien le interese un pilo de cds grabados, rayados y sucios, y restos de doritos.

Una vez más, karma, la puerta de atrás estaba cerrada también. Como no quería ponerme a buscar un armador de ropa y luego explicar a cada transeúnte que el carro es mio y que no es lo que parece, decidí buscar un cerrajero. Por suerte fue fácil encontrarlo y esta persona abrió el carro tan rápido y con tal facilidad que me hizo sentir engañado al pagarle 5 dólares. Es pura percepción sicológica pero le recomendaré que se demore un poco, que cree algo de tensión dramática, para que la gente no dude en llamarlo la próxima vez.

Finalmente pude trabajar en paz y aunque no hice aquello grande que tenía que hacer, terminé varias cosas pequeñas y preparé todo el material para lo grande al día siguiente. Cuando terminé eso me puse a ver vídeos de you tube acerca de como ciertos comediantes reaccionan a los hecklers, que no son más que aquellos que interrumpen un show para dar su, por lo general insultante y ridículo comentario. Suelen interrumpir el show constantemente y dañan el espectáculo, pero eso si, provocan respuestas de comedia improvisada por aquellos cómicos que no se dejan, y esos son la mayoría, aquí el link por si desperté tu interés.

Luego del trabajo llegué a un hogar vació, con paz y tranquilidad. Me dediqué a ver más vídeos de you tube, ponerme al día con mi escritura y luego sorprenderme de que el reloj marca 1 de la mañana y yo sigo en la computadora. Debería irme a dormir, debería.

Debería.

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